Melancólicos recuerdos.-
Muchas veces, pero especialmente hoy, se me ha dado por recordar todo lo ocurrido en esta otrora Capital del Hierro. Cuando llegué, allá, por el año 1978, sabía que venía a una localidad minera. Así que disfruté palpando todo ese ritmo de la Mina en pleno funcionamiento. Me uní a los festejos en los que participó toda la localidad, cuando se produzco el hallazgo del pellets. Es decir la bolita de hierro con la dureza exacta para no hacerse polvo en las bodegas de los barcos.
Muchas veces nos reunimos los escritores y en nuestros trabajos se reflejó el momento que estábamos viviendo como ciudadanos, así reflejamos la expectativa, la desesperanza, el asombro, el dolor...¡Cuántas formas de expresarnos!
¿Y cuando se produjo el cierre de la mina? ¡Huuuy! ¡Ahí sí que se nos vino el mundo abajo! Solíamos reunirnos a trabajar en nuestros temas literarios en las reuniones semanales a las que no queríamos faltar.
Afuera, retumbaban los bombos de los obreros, se escuchaban las arengas de los sindicalistas, de los representantes del gremio AOMA..., ahí estábamos todos con el alma en un hilo. Los despidos se hicieron numerosos y la gente comenzó a partir. ¡Llegaron a marcharse en un promedio de veintisiete familias por semana!
Perdimos amigos, vecinos, alumnos, muchos quedaron solos porque su familia se marchó. ¡Pasó de todo! En algunos casos se quedaron los ancianos cuidando una casa y luego debimos socorrerlos nosotros, porque la familia había quedado en la calle y lejos. Perdieron lo que habían logrado en largos años de trabajo.
De todos esos momentos hay testimonios en forma de textos, que intentaré insertar de vez en cuando en este blog, porque son parte de nuestra historia de vida tanto personal como de pueblo.
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